viernes, 11 de diciembre de 2009

Chàvez Gutièrrez Nancy

Ensayo de Neurohumanidades

“Cuando Cristóbal Colón llegó a las que eran las Indias, nunca imaginó que estaba realizando uno de los descubrimientos más grandes de la historia. Hoy más de 500 años después probablemente no queda nada de tierra por descubrir, por lo que los esfuerzos del hombre se han volcado a la conquista de su propia biología”.

Desde tiempos muy remotos el ser humano ha luchado por alcanzar el conocimiento sobre el origen de la vida, y en general, de todas y cada una de las cosas que le rodean. Dicho fin lo llevó a experimentar con su entorno construyendo así lo que hoy conocemos con el nombre de ciencia.
Como sabemos, la ciencia es un conocimiento basado en pruebas y evidencias que tienen por objeto el explicar de forma fidedigna cómo se estructura y funciona el mundo. Para alcanzar dicho objetivo tiene que idear métodos racionales (lógicos) y empíricos que sean de lo más eficaces posibles para evitar la ilusión y el autoengaño en el estudio y valoración de la realidad.
De otra forma, podemos también decir que la ciencia es un conjunto sistemático de información y conocimientos acerca del mundo empírico (el que percibimos) que consigue a través de diferentes formas: la observación directa o la indirecta; la contrastación o el análisis racional y crítico.
Por consiguiente, la característica común a todas las ciencias es que se basan en la experiencia (lo empírico) y en argumentos racionales, para buscar explicaciones (teorización) que permitan resolver los problemas que se plantean en sus diversos ámbitos. Este conjunto de procedimientos son pues, racionales y críticos, no dogmáticos, no opinativos, no arbitrarios y que se les denomina de forma genérica: método científico.
El método científico se basa en una serie de pasos a seguir dependiendo del objeto de estudio que se quiera analizar, sin embargo, esto no es lo que más me importa resaltar sino el hecho de que la ciencia se ha clasificado durante varios siglos en lo que llaman: ciencias formales como las matemáticas y la lógica y ciencias empíricas o fácticas que a su vez se pueden dividir en ciencias naturales o experimentales y ciencias sociales o humanas.
Dicho conocimiento se ha desarticulado con el objetivo de comprender a profundidad cada hecho particular de la vida; no obstante, hoy se busca que estos conocimientos encuentren su punto de unión.
Cada ciencia tiene un método científico particular, sin embargo, los resultados que arrojan sus estudios, sirven para sentar las bases de otras investigaciones en desarrollo, por lo que se debe pensar en que las ciencias formales y las ciencias empíricas o fácticas forman el conjunto de conocimientos que nos permiten entender el mundo en su complejidad.
Hoy en día el fenómeno interdisciplinario ha dado origen a las neurohumanidades.
Las neurohumanidades tienen como objetivo primordial unir las ciencias formales, así como las ciencias naturales y las humanidades, sin la mediación de las ciencias sociales, el punto es ¿cómo?.
Desde la perspectiva etimológica, la palabra “neurohumanidades” está compuesta por el prefijo neuro y la palabra humanidades. Neuro es una raíz que proviene del griego y significa “nervio”; por su parte, la palabra humanidades (del Latín humanitas) son el conjunto de disciplinas relacionadas con el conocimiento humano y la cultura. Se distinguen de las ciencias sociales en el carácter ideográfico —estudio de particularidades sin crear leyes o postulados generales— de sus métodos de investigación.
Por tanto, las neurohumanidades son el conjunto de aquellas disciplinas de estudio que intentan una alianza entre el fénomeno humano y la neurociencia cognitiva, la psicología evolucionista y la neurocibernética computacional.
En términos generales, la neurociencia estudia la estructura, función, desarrollo químico, farmacológico, y patológico del sistema nervioso humano. El estudio biológico de nuestro cerebro es un área multidisciplinar que involucra muchos niveles de estudio. Estos van desde el ámbito molecular hasta el celular (neuronas individuales), las asambleas y redes pequeñas de neuronas como las columnas corticales, y las asambleas grandes, como las de percepción visual, incluyendo sistemas como el córtex cerebral o el cerebelo, y el nivel más alto del sistema nervioso en completo.
En este último nivel, distintos intentos neurocientíficos combinan con ciencia cognitiva para crear neurociencia cognitiva. Algunos científicos creen que la neurociencia cognitiva proporciona una nueva manera de entender el cerebro y la consciencia que podrá reemplazar la manera en que se usa, por lo tanto las relaciones que hoy ubicamos entre nuestros actos comunicativos con el cerebro a través de la noción de mente.
La neurociencia incluye temas tan diversos como la operación de neurotransmisores en la sinapsis; los mecanismos biológicos responsables del aprendizaje; los genes contribuyen al desarrollo neuronal desde la concepción; la operación de redes neuronales; la estructura y funcionamiento de redes complejas involucradas en la memoria humana, la percepción, y el habla, la estructura y funcionamiento de la conciencia humana. Algunas áreas relacionadas con la neurociencia son: Neurofisiología, Neurología, Psicofarmacología, Afasiología, Neurolingüística, Neurociencia computarizada.

Al parecer, y en el marco de polémicas que esta relación puede despertar para una tradición científica como la moderna, se pueden pensar los siguientes principios, lógicas y ámbitos de relación en el estudio del fenómeno comunicativo y las aportaciones de la neurociencia
La posibilidad de fotografiar el funcionamiento cerebral mediante tomografías y resonancias magnéticas está permitiendo interacciones creativas entre la neurobiología, las humanidades y las ciencias sociales.
Dentro de equipos de tomografía se han fotografiado personas viendo películas, monjas carmelitas y monjes budistas tibetanos meditando, personas tomando decisiones económicas/éticas/estéticas; personas mintiendo o diciendo la verdad, personas pensando que bailan tango, personas pensando en ellos mismos o en su mamá, personas bebiendo pepsi o coca; mujeres ante el espejo, con y sin maquillaje.
Gracias a estos estudios han surgido más de veinte nuevas áreas de investigación transdisciplinarias. En nuestro país, por ejemplo, se ha formado un grupo de 25 investigadores interesados en fomentar la comunicación entre las humanidades y las neurociencias.
Las neurohumanidades se inician con afinidad a la teoría de las neuronas en espejo, la que el psicólogo cognitivo V.S. Ramachandran, considera “será para la psicología lo que el código genético fue para la biología”.
Se denominan neuronas espejo a una cierta clase de neuronas que se activan cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo, especialmente un congénere.
Las neuronas del individuo imitan como "reflejando" la acción de otro: así, el observador está él mismo realizando la acción del observado, de allí su nombre de "espejo". Tales neuronas habían sido observadas primeramente en primates, y luego se encontraron en humanos y algunas aves. En el ser humano se las encuentra en el área de Broca y en la corteza parietal.
En las neurociencias se supone que estas neuronas desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación. De aquí que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las neurociencias en la última década.
“Esta forma de estudiar las complejidades neuronales del devenir humano ha generado nuevas áreas de investigación transdiciplinaria que vinculan los principios de orden biológico con los saberes humanísticos”, comenta el profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, especialista en el tema sobre neurohumanidades: Francisco Gómez Mont Ávalos, en uno de sus artículos publicado por la revista Ciencia y desarrollo en enero de 2007.
“En el siglo XX las ciencias sociales abusaron de la evidencia biológica crenado teorías fascistas, sexistas, rascistas y capitalistas. Las neurohumanidades incorporaron a la neuroética como ingrediente fundamental. La calidad de vida se nutre de lo bello y lo sublime; por eso la neuroestética es también fundacional”.
“Cada vez existen más y mejores evidencias de cómo las prácticas culturales del pasado cristalizan en el ADN de los humanos que vivimos en el presente y nos preparamos para el futuro. El gen FOXP2 y su relación con los modelos linguisticos de Chomsky apoyan la idea fundamental de la psicología evolucionaría: nacemos con un cerebro programado para la cultura”.
“Más del 60% de los genes codifica proteínas que especifican circuitos cerebrales. De esta manera, podemos hablar de una lógica circular: el cerebro obedece las leyes del genoma, el genoma cristaliza leyes de la cultura y la cultura obedece las leyes del cerebro”.
Esto quiere decir, que en nuestros genes llevamos impresa la información acumulada durante años por los códigos genéticos de nuestros antepasados, los cuales se han formado a través de las distintas interacciones simbólicas de las que han formado parte. Se puede decir, por tanto, que existe un continuo ciclo entre la cultura, el cerebro y nuestros genes; el genoma, el cerebro y la cultura o viceversa.
El profesor y también médico cirujano Francisco Gómez Mont plantea en su articulo ya mencionado: “Las neurociencias y humanidades tienen mensajes valiosos que transmitir, hoy silenciados ante el clamor de los medios de comunicación, aliados de la economía política”.
Las neurohumanidades pretenden así hacer emerger de la confrontación de las disciplinas: nuevos datos que las articulen entre sí.
Así se ha dado a luz a nuevas investigaciones en todos los campos del saber humano como: las artes, la economía, el derecho, la mercadotecnia, la historia, la ética, las matemáticas, la política, la literatura, la teología, entre muchos otros.
Desde que era joven me preguntaba si existía la posibilidad de unificar los conocimientos de las ciencias naturales con los de las humanidades y hasta hace poco, francamente me parecía casi imposible de lograr.
Las neurohumanidades representan por tanto un gran avance para el conocimiento, pues la conjunción de los procesos naturales, neurológicos y de razonamiento, permiten tener una visión más completa del mundo que nos rodea.
La neurohumanidades tratan de establecer nuevos conceptos que permitan las relaciones entre lo social y lo natural, mismos que se han aventurado a reconocer que el ser humano ha evolucionado gracias a sus procesos cognitivos y biológicos, pero también, gracias a sus relaciones con el entorno y a su participación en las distintas interacciones simbólicas.
Para ahondar más sobre la importancia de las neurohumanidades, estuvieron en la emisión del pasado 04 de noviembre, los organizadores de los coloquios: Francisco Gómez Mont, Joseline Vega y Francisco de Paula León Olea, éste último, autor del libro "El despertar de la humanidad", obra que plantea una profunda relación entre el cerebro, la consciencia, la experiencia religiosa, las estructuras socioeconómicas y los procesos políticos, es decir, una relación entre la neuroteología, la neuropolítica y la neuroeconomía.
El cuarto coloquio Neurohumanidades, que inició el 7 de septiembre en la Universidad Iberoamericana, busca mostrar nuevas perspectivas en el análisis del caos en las ciencias sociales.
El coloquio fue clausurado por el maestro Francisco Gómez Mont, no sin antes dar paso a la pregunta: ¿Quién era Levi Strauss? Un hombre que actuaba y vivía conforme a lo que decía, quien se caracterizó por su orden, formalismo, precisión, estructura y profundidad en el lenguaje. Para él la sociedad se comprende por procesos simbólicos, ya que no hay sociedad sin signos ni lenguajes.Así lo señaló Juan Castaingts, durante la mesa IV Neuroimaginarios, en la cual también participaron Sergio Pérez Cortéz, Julio Amador, Juan Pablo Rendón y Luis Alberto Fonseca.

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