viernes, 11 de diciembre de 2009

Mena Lugo Vanessa

Ensayo de Neurohumanidades
Desde tiempos remotos, la curiosidad del hombre por saber cómo y porqué ocurren las cosas lo ha llevado a investigar el origen de los fenómenos tanto en la naturaleza como en su propio cuerpo.

Cuando la ciencia surgió como tal –utilizando el método científico- se le dio prioridad a las llamadas “Ciencias duras”, como las Matemáticas, la Física, la Química y la Biología, por lo cual los científicos como Newton y Galileo se dedicaron más a investigar qué pasa en nuestro cuerpo en tanto seres vivos, como especie, así como los procesos físicos y químicos que se desarrollan en nuestro organismo, etc.

De tal forma, la parte de las humanidades (que son el conjunto de disciplinas relacionadas con el conocimiento humano y la cultura, y que se distinguen de las ciencias sociales en el carácter ideográfico) como el arte, la ciencia de la literatura, la teología, la filosofía, la historia, entre otras; además de la espiritualidad, la psique, quedaron un poco olvidadas, de lado, debido a la dificultad de cuantificar y comprobar estos aspectos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX las Ciencias Sociales se hicieron presentes con mayor fuerza debido a la necesidad de comprender los procesos sociales de ese entonces.

Empero, la sociedad y el ser humano han seguido evolucionando, transformándose y demandando nuevas necesidades de conocimiento acordes con el siglo XXI.
Es en este punto donde surgen las Neurohumanidades, con el objetivo de combinar los conocimientos de las “Ciencias duras” con las humanidades para lograr comprender cómo y porqué actúa el ser humano de tal o cual forma.

En un principio, primero se buscó aliar a la biología con las humanidades, dejando fuera a las ciencias sociales. No obstante, los científicos sociales se mostraron muy interesados en las investigaciones de las Neurociencias, por lo cual se unieron en sus proyectos, dando un carácter más integral a esta nueva ciencia.

En el caso de las Neurohumanidades, los orígenes se remontan a hace 25 años, con el uso de tomografías por emisión de positrones, las cuales tienen la capacidad de medir la actividad metabólica de los diferentes tejidos del cuerpo humano, especialmente el sistema nervioso central; además de otras tecnologías como la ingeniería biomédica, la magneto encefalografía, electroencefalografía, neurotermografiá, resonancias, etc., para mapear la estructura espacio-temporal de los miles de procesos bioquímicos y conocer primero enfermedades y alteraciones cerebrales, y después qué áreas del cerebro utilizamos para desarrollar las sencillas y complejas actividades de cada día.

Las Neurohumanidades se inician con afinidad a la Teoría de las neuronas espejo, propuesta por el psicólogo cognitivo V.S. Ramachandran, quien asegura que esta teoría será vital para entender los procesos mentales del ser humano.

A su vez y basándose en lo anterior, los psicólogos Luria y Vygotsky definieron a la corteza cerebral como corteza cultural, ya que el ser humano se adapta a las demandas culturales de su entorno.

Este y muchos otros conocimiento se han descubierto gracias a las Neurohumanidades, pues uno de los principales objetivos es comprender cómo simbolizamos cuestiones tan complejas y variadas como la Política, la Economía, el Arte, el amor, el sexo, la identidad cultural, la Literatura, la Filosofía, la Historia, la Teología, etc.

Un hallazgo muy interesante es entender cómo los complejos circuitos neuronales comienzan a relacionarse con la experiencia de un espectador frente a una obra de arte, por ejemplo, o frente a un acto político, un crimen, un encuentro amoroso o cualquier otra situación.

A través de los estudios con positrones (tomografías y resonancias) se ha podido conocer –incluso fotografiar- qué zonas del cerebro se activan con cada acción humana.

Por ejemplo, en el caso de la Neuroeconomía se ha descubierto que cuando a una persona se le propone un negocio ilícito, fraudulento, en donde resulten perjudicadas otras personas, se activan las zonas cerebrales que determinan el asco, la repulsión. Esto nos permite ver que las reacciones morales y biológicas se encuentran estrechamente relacionadas, a la vez que permite formular hipótesis en aspectos muy importantes como porqué unas personas respetan más su ética que otras, por ejemplo.

También se descubrió que durante la expectativa de ganancia económica se activa el núcleo accumbens, reacción similar a la encontrada por la Neuropsicofarmacología en personas que tienen la expectativa de una dosis de cocaína.

Otro aspecto muy interesante es conocer, literalmente, qué pasa por la cabeza de un político al momento de dar un discurso, o de ser corrupto o de diseñar una estrategia de campaña por ejemplo. Las Neurohumanidades permiten identificar qué zonas del cerebro se activan con la mentira, el engaño, la planeación y, sobre todo, porqué las personas recurren a la falsedad o, por el contrario, a la planeación de una estrategia real.

Por su parte, la Neuroestética visual estudia las relaciones de los más de 30 pares de módulos cerebrales que constituyen el inconsciente visual, y que gracias a esa integración existe la consciencia visual. Dichos circuitos neuronales, que realmente son complejos, se establecen a partir de que le persona observa una pintura, una escultura, una obra de teatro, una coreografía de danza, y también si escucha una composición musical o un poema.

Un aspecto muy interesante que estudian las Neurohumanidades es el amor: ¿qué pasa cuando nos enamoramos?, ¿qué complejos mecanismos se llevan a cabo en el cerebro cuando vivimos un encuentro amoroso?
La profesora María Luisa Castro Sariñana, experta en el tema, asegura que el amor es la representación más grande y perfecta de la unión y armonía entre mente, cuerpo y alma. Y no se refiere sólo al amor en pareja, también al amor fraternal, amor por una profesión, amor por el arte, etc.

Ella asegura que cuando vivimos una experiencia de amor, se activan zonas en nuestro cerebro que son responsables de que tengamos un buen estado de ánimo, que nuestra percepción de las cosas (del entorno) sea agradable, así como el funcionamiento de nuestro organismo en general sea más óptimo.

Este tipo de conocimientos es muy útil en carreras como la de Psicología, pues ayuda a entender mejor qué pasa en el cerebro de una persona que atraviesa por una decepción amorosa, la disolución de un matrimonio, o que perdió a un ser querido, etc., y la depresión que conllevan este tipo de vivencias.

Al entender los procesos neuronales que se desarrollan en tales situaciones, y la manera en que el ser humano simboliza el amor, el fracaso, el cambio de un proyecto de vida, la muerte, entre otros, el tratamiento puede ser más acertado, y por ende, más efectivo.

Otra profesión que se ve beneficiada por este tipo de conocimientos es la Publicidad, pues es de gran relevancia conocer qué ocurre en el cerebro de un consumidor al momento de conocer un nuevo productor, o si encuentra cambios sustanciales en un servicio o producto que consume con regularidad.

Aunado a esto, ¿qué ocurre con las marcas?, ¿por qué unos logotipos y/o slogans impactan más que otros?
Resulta muy interesante saber qué ocurre en la zona cerebral que controla la memoria de tal forma que existen anuncios que dos minutos después de haberlos visto ya se ha olvidado su contenido, la marca y/o empresa que lo realizó, e incluso el producto o servicio, mientras que existen anuncios publicitarios de los cuales varios años después se recuerda a la perfección la canción o tonada que los caracterizaba, quién o quiénes salían en el comercial y, lo más importante, el producto o servicio que se ofrece, y dichos estudios han sido realizados por el Neuromarketing.

Aunado a esto, el Neurodiseño gráfico permite crear anuncios, carteles, slogans e ideas que permitan que los consumidores retengan en su menor, por mayor tiempo, información sobre un producto o servicio, de tal forma que lo identifiquen y prefieran sobre otros similares.

Es bien sabido que las funciones de nuestro cerebro izquierdo son diferentes a las que se desarrollan en el derecho, a diferencia de otros animales que no presentan esta especialización en la función cerebral. Dicha asimetría es parte esencial de las cualidades del ser humano como “animal pensante”.

En la mayoría de las personas, la parte izquierda del cerebro tiene una función más importante en el lenguaje y las operaciones lógicas, mientras que la zona del lado derecho es vital para controlar las emociones, las capacidades artísticas y las espaciales.

De esta forma, el Neurodiseño se concentra en la capacidad de integrar ambos lados del cerebro y tener agentes capaces de fusionar conocimientos de varias disciplinas para crear teorías y objetos tangibles.

Por otro lado, un tópico muy interesante de las Neurohumanidades es la Neuroespiritualidad, la cual ha llevado a los científicos a encontrar que las personas con creencias espirituales y/o religiosas viven más años, y que, por ejemplo, los individuos que viven con la idea de que existe un ser superior, viven de una forma menos dañina situaciones como padecer una enfermedad grave, perder su empleo, el fallecimiento de un ser querido, etc.

Este tema es de tal interés e importancia, que incluso el Dalai Lama, líder espiritual budista conocido a nivel mundial, está financiando estudios para conocer qué pasa en el cerebro de los Monjes en el momento en el que se encuentran meditando; qué ocurre cuando comienzan a controlar su respiración, qué pasa en su cerebro durante y después de una meditación que dura muchas horas –incluso días- qué zonas del cerebro se activan, e incluso se desarrollan más que las de las personas que nunca han meditado.

Se ha descubierto que la meditación y la disciplina mental pueden cambiar el modo de trabajar del cerebro. A los monjes budistas la meditación les permite alcanzar niveles de consciencia inusuales gracias a la creación de conexiones neuronales que no existen en los individuos que no suelen realizan prácticas contemplativas.
Así lo han comprobado los investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU), que desde 1992 llevan a cabo un estudio en colaboración con el actual Dalai Lama y otros monjes budistas muy experimentados en el arte de la meditación.

Los últimos resultados de este estudio, liderado por los neurocientíficos Antoine Lutz y Richard Davidson, han sido publicados en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.

Hasta ahora fenómenos como la paz interior y la serenidad adquiridos a través de la meditación se interpretaban recurriendo a fuerzas metafísicas. Hoy, gracias a este estudio, los efectos de estas prácticas se han 'traducido' al lenguaje científico. Los monjes budistas que llevan largo tiempo practicando meditación presentan una gran actividad en una zona determinada del cerebro, justo detrás de la parte izquierda de la frente, en la corteza prefrontal izquierda.

En cambio esta área no presenta casi actividad en los individuos que no practican meditación, aunque sí está 'viva' con más frecuencia en aquellos que tienen un carácter optimista y poco ansioso.

Todo comenzó cuando en 1992 el Dalai Lama invitó al doctor Davidson a su casa en Dharamsala, en la India. Este psicólogo lleva largo tiempo desgranando los secretos del comportamiento del cerebro; algo que llamó la atención del Dalai Lama. Los monjes budistas cuentan con una tradición centenaria de meditación y recogimiento y la curiosidad llevó al Dalai Lama a proponer al investigador el estudio del cerebro de los monjes de su comunidad.

Ocho de los monjes más experimentados en la meditación se prestaron como voluntarios para la investigación de Davidson. Son monjes que han practicado la introspección durante un tiempo estimado de 10.000 a 50.000 horas, durante un tiempo que oscila entre los 15 y 40 años. El grupo de control lo constituyeron 10 estudiantes sin experiencia previa en el arte de la meditación a los que instaron a dedicar una semana de 'entrenamiento' a la contemplación.
Colocaron una red con 256 sensores eléctricos en la cabeza de los monjes y de los voluntarios y se les animó a meditar durante un rato.

Los datos registrados por la red de sensores en los monjes budistas fueron impresionantes. La amplitud de las ondas gamma recogidas en algunos de los monjes son las mayores de la historia registradas en un contexto no patológico, de acuerdo con los especialistas.
La altísima amplitud de estas ondas -que están asociadas con la capacidad para prestar atención y el aprendizaje- tiene su explicación en la suma de las que emiten las diferentes neuronas. Durante la meditación, los monjes conseguían poner en fase (sincronizar) un número de neuronas muy elevado.

La versión más aceptada hace unos años sobre el desarrollo de nuestro cerebro indicaba que las conexiones neuronales se fijan cuando somos bebés y niños y no varían durante la edad adulta. Pero en la última década, las nuevas técnicas de neuroimagen han permitido observar cambios en las conexiones neuronales habituales durante la edad adulta y se ha comenzado a hablar de la llamada 'neuroplasticidad' o continuidad del desarrollo cerebral durante la edad adulta.

Hoy en día, multitud de estudios constatan que el cerebro no es estático sino que cambia dinámicamente a lo largo de la vida del hombre.
En opinión de estos científicos, los resultados del estudio indican que el cerebro, con un correcto entrenamiento, puede desarrollar funciones y conexiones neuronales nunca imaginadas.
Relacionado con esto, recientemente leí una tesis de la carrera de Psicología, en la FES Iztacala, en donde se plantea la necesitad y la importancia de saber qué ocurre en el cerebro de las personas que reciben tratamientos alternativos como la homeopatía y la acupuntura, y que afirman haberse curado de padecimientos que la medicina alópata no puede aliviar. ¿Se trata de auto engaño o el poder de la mente es tan grande que puede sanar al propio organismo?
Finalmente, deseo abordar un tema que para mí es muy interesante, y que hasta hace poco se tenía un tanto olvidado: la Neurodanza. ¿Qué ocurre en el cerebro cuando bailamos?, ¿cuáles son las complejas conexiones neuronales que se establecen en la mente de un bailarín profesional al momento de efectuar una difícil coreografía?, ¿por qué no todas las personas tienen la misma habilidad para la danza?

El baile es una de las capacidades más primitivas del ser humano, y se cree que se desarrolló a raíz de la habilidad de crear y seguir un ritmo.
Se ha descubierto que en el baile se emplean diversas zonas cerebrales, como aquellas que nos permiten ver, escuchar, coordinar nuestros movimientos, mantener el equilibrio y tener una correcta percepción de nuestro cuerpo en el espacio.

Así, se desarrollan conexiones neuronales que permiten realizar todas estas complejas actividades al mismo tiempo: observar un movimiento, memorizarlo e imitarlo lo mejor posible, estar consiente del espacio en que bailamos para no chocar con otros bailarines o las paredes, y sobre todo, realizar los movimientos siguiendo el ritmo de determinada melodía.

La planificación del movimiento se produce en el lóbulo frontal, donde la corteza premotora situada sobre la cara externa y el área motora suplementaria evalúan las señales procedentes de cualquier otro lugar, que informan de la posición espacial y del recuerdo de acciones anteriores.

Esas dos áreas se comunican luego con la corteza motora primaria, que determina qué músculos deben contraerse y en qué grado, y envía instrucciones a los músculos a través de la médula espinal.

El ajuste fino tiene lugar, en parte, cuando los músculos devuelven señales al cerebro. El cerebro utiliza esas señales de retorno para mantener el equilibrio y para sincronizar y refinar los movimientos.

Además, los ganglios basales recogen información sensorial de las regiones corticales y la conducen, a través del tálamo, hasta las áreas motoras de la corteza.
Las zonas cerebrales que contribuyen a la danza son Vermis anterior, que es la parte del cerebro que recibe señales de la médula espinal; al parecer, actúa a la manera de un metrónomo, ayudando a acompasar los pasos de baile con la música.
El Núcleo geniculado medial, que es el punto de relevo en la vía auditiva inferior. Parece que facilita el ajuste del metrónomo cerebral y sustenta nuestra tendencia a llevar con pies o cuerpo el ritmo de la música. Reaccionamos de forma inconsciente porque esta región se conecta al cerebelo, comunicándole información básica sobre el ritmo, sin tener que “hablar” con áreas auditivas superiores de la corteza.

El Precuneo contiene una cartografía sensorial del propio cuerpo; ayuda a trazar la trayectoria de un bailarín desde una perspectiva centrada en el cuerpo, es decir, egocéntrica.
Esta investigación pone de manifiesto que el aprendizaje de una secuencia motora compleja no activa sólo un sistema motor directo que controla las contracciones musculares, sino también un sistema de planificación motora que contiene información sobre la aptitud corporal para realizar un movimiento determinado.

Cuanta mayor destreza se adquiere en un patrón coreográfico, mejor imaginamos las sensaciones asociadas y probablemente menos esfuerzo nos costará ejecutarlo.
Los resultados han sido tan sorprendentes, que incluso se ha comprendido porqué existen bailarines ciegos con gran talento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario